(Adaptació d'una carta a la mare reescrita en varis dies)
(...) Esta claro que mi decisión de irme durante un tiempo (o un año como pensaba en un principio) no fue tan solo ésta la razón. Con mis recién 26 años no había viajado demasiado y siendo ese el primer año de soltería, después de casi 10 años con parejas, pues sí, tenía ganas de aventurarme como algunos de mis amigos habían hecho con anterioridad. Tenía ganas de no volver a sentir ese gusanillo de envidia cuando estos amigos volvían y explicaban sus historias. Joo! Yo también quiero hacerlo, pensaba. Y pues eso, aquí estoy, en aventurillas varias. En ese 2008 todo fue bastante rodado y se me brindó la oportunidad de ir ha realizar uno de mis sueños. Y así, con buena relación con la familia, con buenos amigos, con buenas y buenísimas oportunidades de trabajo y siendo feliz en la ciudad que me había acogido por los últimos diez años de mi vida, dí el paso. Y llegó la noche, la noche del 11 al 12 de noviembre de 2008, la última noche de estar en tierras catalanas. Una locura de noche! Haciendo la mochila, acabando de decidir que me llevo y que no, poniendo música en mi ipod, haciendo la maleta con lo que dejaba allí, decidiendo que me voy a poner para el avión, revisando la lonely planet de Tailandia (la guía de viaje) y unas cuantas cosas más que ahora, con la distancia en el tiempo, ya no puedo recordar. Pude dormir una hora antes de que la familia me recogiera, que nervios! Y eso, allí llegaron. Me despedí entre lágrimas de mis compañeros de piso, François, David, Felix y Claudia los cuales me regalaron una foto de todos nosotros y una brújula de 1930 para que sepa volver... Y ya está, al coche. Yo sentada detrás, con mil pensamientos en la cabeza, mirando a la familia que no iba a ver en un tiempo, revisando Barcelona, y nerviosa, nerviosa por ese avión que en unas horas me iba a dejar sola en Bangkok, Thailand. Feliz pero nerviosa. Aeropuerto. Espera. Fotos y despedida. Y crucé el umbral a la aventurilla!
Y ahora, y después de más de dos años de esa última noche y del día de mi partida, puedo decir que en aquel entonces era toda una niña todavía. Inocente e inmadura y de hecho, aquellas fotos del aeropuerto lo demuestran. Todavía tengo que madurar más y todavía conservo parte de inocencia, me gusta tener siempre la niña que fui dentro de mi, pero como persona sé que he crecido. Estos dos años de aventurillas (como me gusta llamarlo) me han dado mucho que aprender. Y me encanta aprender! Y sí, yo lo llamo aprender aunque no sea sentada en una mesa, delante de un profesor y estudiando de libros, aunque libros he leído.
He aprendido mucho de gente y no solo los conocimientos que han compartido conmigo (que han sido muchos) si no también el como es la gente, el como tratar con ellos y es que como dice Andy, que tiene muchos y muy buenos dichos, quiero a la gente, quiero a mi especie. Me encanta la relación con la gente. Me encanta conocer a la persona, saber lo que quiere dar a conocer, descubrir como se siente y en definitiva como es. Siempre hay algo que compartir y es que me encanta compartir todo lo que es posible, desde la espera del tren, hasta la habitación pasando por una comida, el te, una conversación sin profundidad o una larga charla sobre el significado de la vida y del estado de la humanidad. Son personas que forman parte de mi vida, con menos o más intensidad, y después, sobretodo con los últimos, desafortunadamente se van, nos vamos. Personas a las que he cogido cariño. Sí, un cariño que quizás desde la mirada del que no se ha sentido lejos de los suyos, cuesta entender. Un cariño y un aprecio que rápido se crean por eso de que sabemos que no tenemos mucho tiempo para cocer la amistad que podemos brindarnos. De hecho, no he hecho más que seguir los pasos que ya daba en Barcelona. En mi último año allí conocí a mucha gente, había días o noches, porque siempre he sido muy nocturna, que no quería irme a dormir sin haber conocido a alguien nuevo ese día, y siempre lo conseguía. Luego, no siempre yo o ese nuevo amigo teníamos suficiente tiempo para conocernos profundamente. Aquí, en la aventurilla, parece más normal y es más fácil, e incluso a veces más interesante puesto que las personas que puedo conocer tienen diferentes procedencias, culturas e ideales. Estas diferencias entre nosotros abren puertas al conocimiento, a un conocimiento no escrito y no preestablecido.
He aprendido mucho y por supuesto mucho de la cultura asiática, donde he pasado gran parte de la aventurilla y tengo que decir en su favor que es una cultura maravillosa. Para el quien no la conozca lo que se puede ver a primera vista, son las sonrisas que la gente regala sin más, conversaciones abiertas a ser empezadas en cualquier momento, amabilidad y cortesía agradables. Un poquito más cerca de ésta cultura asiática te da la oportunidad de conocer la importante preocupación por el bienestar del prójimo, el dar sin necesidad de pedir, el interés en las relaciones entre la gente, entre el prójimo, el interés en saber del que llega de lejos (perdida ahora en los países occidentales) y una gran importancia de la familia. Como años atrás también en Europa y en Catalunya, las familias son numerosas en su gran mayoría, con muchos hijos. Viven varios miembros de la familia juntos y mostrando una intimidad muy diferente a la que nosotros tenemos.
En parte es todo más compartido y todo es mucho más fácil en esta cultura. Digo en parte porque se comparte la vida, los espacios de la casa, pero el trabajo de cada uno aún está muy determinado por el sexo de la persona. Por ejemplo en el caso de West Papua, las mujeres tienen un papel y los hombres otro. En este punto no estoy totalmente de acuerdo en como hacen las cosas, pero es su manera y es tan correcta como cualquier otra porque es como lo sienten. Interesante estar aquí para entender como funciona y los sentimientos de una parte y de la otra. Los hombres se pueden pasar tranquilamente el día dando un paseo, descansando y haciendo relaciones con los amigos, conocidos y/o familia. La mujeres tienen sus obligaciones, pero, y sobretodo las más mayores, lo hacen con mucha naturalidad. Es lo que se les han inculcado de pequeñas y no entienden de otra cosa. Lo hacen todo sin prisa, se levantan, cocinan, limpian un poco, salen a comprar si es necesario y una vez hecho lo básico, llega el momento de descansar, que también lo tienen. En Papua, donde me pase un mes viviendo (entendiendo viviendo como el acto de vivir y todo lo que comporta) y donde no hay mucha influencia del mundo occidental, te das cuenta de que el descanso es una parte importante del día. Si uno está cansado, a dormir, nadie va a cuestionar el porque, el donde ni el cuando. Simplemente uno está cansado, pues aquí se duerme, el resto, puede esperar. De hecho tienen una palabra en su idioma para decir 'todavia no' sin tener que negar: 'belum'. No diré que son gente con estrés ni mucho menos, saben disfrutar de la vida. Tampoco diré que son los más sabios del mundo, pero son felices disfrutando la vida y eso se ve rápido. No están inmersos en ese mundo donde todo se mueve por el dinero, donde una vida de trabajo satisface. Como personas necesitan comer así que buscan la manera y con tener esto y un poquito, no demasiado más, ya son felices. Tienen la familia y la gente de su alrededor.
Los que lo necesitan tienen su trabajo (dentro o fuera de casa) con más o menos frecuencia, y después de eso, sí, pueden pasarse horas sentados hablando entre ellos y/o pensando en su cosas, un rato durmiendo, comiendo, la ducha y otro día más. Y pues, no me parece tan mal, ¿que tienen que envidiar al famoso y tantas veces soñados países occidentales? ¿El hecho que tengamos la responsabilidad de pasar horas y horas de nuestras vidas trabajando (y orgullosos de ello) que con suerte será en trabajos que nos gusten, para poder pagar pisos, comida excesivamente cara (porque el sistema funciona de tal manera que se puedan elevar los costes) para enriquecer a unos cuantos, a unos terceros, para que al final nos reste algo de nuestro salario y podamos gastarlo en coches, ropa, muebles, viajes y demás bienes y/o accesorios o guardarlo en un banco que nos cobra dinero por tener dinero para enriquecerse a nuestra costa? Pues yo, desde aquí, no envidio ese soñado tipo de vida occidental. El dinero ayuda y el trabajo da dinero.
Así que lo que yo he hecho desde que me fuí de Barna se podría decir que ha sido bastante vida de papuanense. He tenido dinero que me ha ayudado a disfrutar de la vida así que he hecho y todavía hago lo que me interesa, lo que necesito, lo que siento y lo que quiero hacer. Aunque me ha dado bastante de si, parece que el dinero que tenia se iba a acabar así que mi mejor idea para volver a obtenerlo ha sido venirme para New Zealand con la working holiday visa. De momento decisión muy acertada, parece que todo funciona. Estoy, ahora mismo, en la caravana que he alquilado del campamento del huerto donde estoy trabajando recogiendo fruta, cerezas! que era el trabajo que tenia en mente hacer puesto que quiero extender la visa y es necesario trabajar en la huerta y además pensaba que recuperaría mi forma física, estaría bien al aire libre y comiendo mucha fruta, así que estaba contenta con la idea. Ahora, a pocos días de acabarse las cerezas de los árboles, puedo añadir que estoy harta de cherries, de cerezas! Que me siguen gustando y cada día como, pero no puedo máááááás!! aquí y ahora estoy en el principio de dos días y medio de descanso que tengo después de dieciocho días continuados de recoger cerezas! Se agradeeeecen! Hace tiempo que no pensaba en el fin de semana... pero todo bien, ahora ya no duermo en tienda de campaña, duermo en la caravana y se agradeeece también! Me quedan unos pocos días de trabajo por suerte y luego mi idea en New Zealand está por definir. Me voy adaptando a la vida occidental cogiendo la opción de vivir sin demasiado dinero siempre que se puede.
Más de dos años. Viajando. Sabéis que yo ya no lo llamo viajar? Desde ya hace tiempo lo llamo un tipo de vida. Soy lo que se llama una nómada :) Sí, en este tiempo he tenido pensamientos de 'estoy cansada de esta forma de vida' pero cuando pienso en Barcelona, en hacer lo que ya tenía, no puedo encontrarlo más interesante que lo que hago allí donde estoy. Lo único que la vida de allí tiene a los amigos que aquí no están. He tenido suerte y con algunos nos hemos ido encontrando, incluso dos veces, pero todavía me faltáis mucho chicos! Me falta compartir esas risas y esos momentos nuestros. Me falta compartir la vida con vosotros! Que frase más dura me acaba de salir. Es bonita, pero dura porque de momento seguimos nuestras vidas sin compartirlas demasiado. Cualidades del nomadismo supongo. Lo negativo de un total positivo.
Bueno, más o menos a todo esto es donde quería llegar. De mis conocimientos adquiridos, puedo decir que cuanto más sé, más me entristece y me enfada la humanidad y como funciona el mundo que hemos creado como sociedad. Todo lo que ha pasado y todo lo que todavía está pasando! Necesitamos una revolución para cambiar muchas cosas gente. Hace años que en la sociedad se necesitan cambios para mejorar las relaciones entre nuestra especie, que en su gran mayoría no las llevan con facilidad. Espero que llegue pronto, porque todo llega queridos!
Un besazo enorme a todos y a todas y gracias por dedicar estos minutos en leerme.